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El Bernabéu necesita abrazarle

Raúl nos dejó entre un mar de lágrimas, las suyas y las de millones de madridistas, el 26 de julio de 2010. No hubo fuegos artificiales, ni llamada a esas peñas que lo adoraban, ni convocatoria masiva de los medios de comunicación nacionales y de más allá de las fronteras, ni afición (apenas 2.000 seguidores que desafiaron los 36 grados del verano en una mañana tórrida). El Madrid desechó hacer un homenaje a la altura de este futbolista que, como dijo Florentino en el adiós del eterno capitán, "tiene un currículo propio de un club". Hubo versiones frías y poco convincentes. Que si era mejor hacérselo cuando Raúl dejase el fútbol en activo, que si era verano y no eran las fechas idóneas...

Pamplinas. El Madrid debió echarse al monte, ser visceral y pasional en sus actos y convocar a todo el madridismo a un homenaje como Dios quiere y manda. Un rival decente (si hace falta una Selección Española improvisada) como excusa para reventar el Bernabéu. Habría habido tortas por una entrada. Qué pena...

Aún está a tiempo Florentino de cerrar esa herida. Debería adelantarse al homenaje del Schalke del 27 de julio. El madridismo sigue sin entender tanta falta de cariño hacia su eterno capitán...