¡Qué pena, caramba! ¡Qué cruel final después de tanta ilusión! ¡Qué dos minutos para borrar! Pero, al tiempo, ¡qué gran partido del Málaga, qué forma de manejarse en el difícil estadio del Borussia de Dortmund, qué campaña europea! Ahora nos sentimos sacudidos por el final inesperado e injusto, pero cuando pasen unos días recuperaremos la mirada larga sobre la fenomenal Champions que ha jugado el Málaga. Una obra maestra de Pellegrini, que debió de recordar aquel penalti fallado por Riquelme ante el Arsenal, el que dejó al Villarreal sin la final. El fútbol le debe algo a este hombre.

La emoción de Dortmund desplazó durante mucho tiempo al Madrid del centro de la escena. Tras la mala imagen del Galatasaray en Madrid y el gol rápido de Cristiano, fruto de la gran salida de los blancos, se daba lo de Estambul por liquidado. Pero hubo susto. A camarón que se duerme se lo lleva la corriente. El Madrid, como colectivo, se abandonó en la segunda parte y encajó tres goles del 56’ al 71’, salpicados con sendas ocasiones claras de Sneijder y Drogba. Con 3-1, veinte minutos por delante y semejante torrija (hasta Varane estuvo mal, sorpresa) por momentos pareció posible lo tremendo.

Afortunadamente, el Madrid volvió relativamente en sí y el Galatasaray estaba agotado. Con todo y eso, Drogba hizo el que hubiera sido el 4-1, pero en fuera de juego. Eso sí hubiera puesto al Madrid en peligro cierto. Pero el Galatasaray no daba más de sí y todo quedó resuelto con el segundo gol de Cristiano, que hace el número 50 de los suyos en la Champions. Adelanta con ello al mismísimo Di Stéfano. Con Cristiano se puede ir a cualquier parte. Como con Messi, que se acostó entre algodones para ver si hoy puede estar ante el PSG y cooperar a unas semifinales hispanoalemanas.