Ya están aquí las subvenciones a las federaciones. Las publica Jesús Mínguez y son las subvenciones que reparte el Consejo Superior de Deportes con el dinero público y de las quinielas. No es, por supuesto, todo el dinero que llega al deporte, porque luego está el que llega del ADO y los ingresos propios de cada federación. Como no es un dinero que se reparte equitativamente, sino que el Consejo lo concede a su juicio y criterio, estas subvenciones vienen a ser como los regalos de Reyes. Quienes han sido buenos son recompensados, aunque de nuevo a la baja por la dichosa crisis, y los malos reciben carbón. Aunque a papá Consejo no le agraden estas diferencias, la discriminación resulta inevitable para optimizar los recursos.

Y es que también se trata de ser justos. Hay federaciones que lo están haciendo realmente bien, que consiguen buenos resultados y a éstas no se las puede dejar en la estacada. Hay que seguir ayudándolas para que puedan mantener su nivel como mínimo. Hay otras, en cambio, que han despilfarrado los medios recibidos o no los justifican. Por eso algunas quedan al borde del colapso o reciben recortes importantes, como es el caso del atletismo. Nuestro atletismo se ha hartado de llevar a las competiciones atletas sin la más mínima posibilidad de pasar tan solo una eliminatoria y ahora lo paga. El concepto ha cambiado. Cuando se viste la camiseta de España es para ir a ganar, no para ver qué pasa. Sobre todo, porque lo pagamos todos.