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La alegría de la huerta croata

Nunca he entendido cómo una persona que ha conseguido su sueño de convertirse en futbolista profesional y que, además, tiene la suerte de jugar en el club más importante de la historia puede estar siempre cabreada. No quiero poner ejemplos pero todos tenemos en mente la cara de jugadores cuya sonrisa brillaba por su ausencia. Hace unas semanas, me crucé con Luka Modric y me dijo: "¡Siempre pareces feliz!". "Como tú", le contesté. "Normal, estoy en el Madrid", me explicó. Esta forma de pensar y de aprovechar la vida le ayudará a conseguir grandes cosas. Y no es una casualidad el hecho de que este futbolista haya sido capaz de aparecer, en Old Trafford, de forma extraordinaria en el momento decisivo.

Desde que el pasado verano fichó por el Madrid, Modric parecía buscar su sitio y sólo había podido enseñar algunos detalles de su calidad técnica. Su alegría de vestir la camiseta blanca le ha permitido aguantar la falta de minutos y la ausencia de oportunidades sin quejarse. Hasta que, el martes, la inteligencia táctica de Mou le dio la posibilidad de compartir su sonrisa con todo el madridismo.