El Málaga, en fuera de juego
Vivió Pellegrini casi todo el partido en la punta de su área técnica y lo terminó sentado. Manos en los bolsillos, gesto contrariado. No reconocía a su Málaga, infiel al espíritu que asombró a toda Europa en la fase de grupos. El Ingeniero de este sueño blanquiazul vio cómo el Oporto se imponía desde el primer minuto. Mejor en casi todas las facetas al Málaga, que parecía un equipo verde, como su chillona indumentaria. Esto son los octavos de la Champions League, palabras mayores. Le vino larga la cita de Do Dragao al Málaga, que aguantó estoico 56 minutos con la portería a cero. El gol llegó en fuera de juego, por cierto, y aunque no esconde la superioridad rival, habría dejado la eliminatoria favorable al Málaga... Repite disgusto en Oporto la afición blanquiazul. Territorio maldito en aquella UEFA de Joaquín Peiró y Darío Silva. Del Boavista al Oporto, diez años, pero la misma frustración.
Merecían algo más los 3.500 malaguistas que se pegaron una interminable paliza para estar con los suyos (la mayoría por carretera). La buena noticia es que queda aún un partido por jugarse y Málaga tiene hambre. La Rosaleda esperará paciente casi un mes para decir la última palabra en estos octavos. Si algo ha demostrado el Málaga de Pellegrini este curso, es que es capaz de lograr gestas épicas. Tiene 90 minutos para reescribir un final más bello a una Champions que quién sabe cuándo volverá. De momento, los 3.000 malaguistas que estuvieron en el campo del dragón despidieron al equipo con aplausos y al grito de "sí se puede".