Difícil ser ejemplar en la adversidad
Iker no lo ha pasado bien. Primero, como es normal, porque se ha sentido señalado y no, precisamente, por su bajo rendimiento; segundo, porque la decisión de Mourinho ha sido incómoda para él y para Adán, pero, sobre todo, porque ha desembocado en un clamor del Bernabéu a su favor y pitos en contra del entrenador. Iker es, por encima de todo, madridista. Además, ha sabido estar a la altura de lo que representa, huyendo de la polémica, sin una palabra mala. Y, cuando le ha tocado parar, especialmente contra el Celta, sacó su mano de santo para dejar constancia de que su mala forma es un mal cuento navideño.
Es indudable que los jugadores han estado muy por encima del entrenador y del club en este vodevil. Iker ya tiene muchas horas de vuelo para saber que un palo profesional, de vez en cuando, no viene mal, para comprobar quién es quién. Más que nada porque hubo quien le avisó de que pasaría. Mourinho nunca terminó de perdonarle aquella llamada a Xavi y a Puyol, cuando los Real Madrid-Barcelona llegaron a un punto de no retorno. Si se mira bien, hoy está mucho más reforzado que hace tres semanas.