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Packers 24 – Vikings 10

La inoperancia de Joe Webb acabó con el sueño de los Vikings

Mariano Tovar

El rumor corrió pocas horas antes del inicio del partido. La certeza, a pocos minutos del kickoff inicial. Ponder, lesionado, no podría jugar. En su lugar, Joe Webb sería el QB que conduciría el ataque de su equipo.

Y aquí podemos comenzar un interesante debate sobre lo que es un QB. Porque, me vais a perdonar, pero Webb no lo es. Yo creo, aunque quizá me equivoque, que el primer trabajo de un QB es distribuir el juego y el segundo, y no menos importante, es lanzar el balón. Un QB debe ser capaz de leer el campo, encontrar un receptor y lanzarle un pase atrapable. Si además corre, fenomenal, pero eso no es indispensable. Es más, muchos de los mejores QBs de la historia no han corrido. Vamos, que ni se lo han planteado.

Joe Webb no sabe leer, ni lanzar el balón a un sitio sensato. Eso sí, sabe correr. Y claro, salió a Lambeau Field y corrió mientras pudo, hasta que la defensa de Green Bay metió ocho y hasta nueve hombres en la caja para obligarle a hacer lo que debería ser su trabajo: pasar. Y Webb fue completamente incapaz. Once completos en 30 intentos, teniendo en cuenta que en el último cuarto incluso le dejaron completar a placer para que el chaval no se llevara un mal recuerdo de la experiencia.

Y yo me pregunto cómo es posible que los Vikings no tengan detrás de Ponder un QB veterano, que ofrezca ciertas garantías, como hacen la mayoría de los equipos. ¿Delhomme, dónde te has metido?

Los Packers, desconfiados, llegaron al partido con el recuerdo del fin de semana pasado, cuando Rodgers terminó asfixiado con la presión de la línea rival. En los primeros compases repitieron varias veces casi consecutivas una jugada que funcionó a las mil maravillas y desactivó esa presión. Rodgers aprovechaba que Jasper Brinkley daba dos pasos hacia atrás para cubrir la zona de pase, para hacer un lanzamiento rápido por el centro a DuJuan Harris por detrás de la línea. Después de ser quemado sucesivamente, el front seven relajó la presión para cubrir el movimiento del corredor y Rodgers ya pudo campar a sus anchas durante el resto del encuentro.

También fue importante el desánimo que cundió en los Vikings incluso antes del descanso. El equipo de Minnesota jugaba conjurado, en una catarsis de fe colectiva a la sombra de Peterson, su abanderado, y de una temporada magnífica e inesperada. Cuando vieron que con Webb era imposible la victoria, bajaron los brazos y se limitaron a intentar salir de Lambeau Field con el resultado más honroso posible. En eso los Packers fueron misericordes. Después de asegurar el partido con un touchdown en el primer drive de la segunda mitad, se dejaron llevar hasta el final, sin arriesgar casi nada, mientras sus rivales agradecían el gesto y firmaban el armisticio.

Así que la primera parte fue la confirmación de que los Vikings jugaban sin QB y la segunda, un trámite sin interés. ¿Y cómo es que Peterson no acudió al rescate? Pues porque si tu QB no tiene la más mínima posibilidad de completar dos pases consecutivos, toda la defensa rival se concentra en el único jugador que puede hacerles daño. El corredor de Minnesota ni siquiera llegó a las cien yardas (99).

De los Packers poco más se puede decir. Con Rodgers jugando a placer, y con el marcador a favor, es imposible que pierdan. Kuhn (2) y Harris pusieron nombre a los touchdowns, pero si hubieran hecho falta media docena de ellos, los hubieran conseguido sin inmutarse. La semana que viene, contra los 49ers en San Francisco, no lo tendrán tan fácil en un duelo que para muchos decidirá quién representará a la conferencia nacional en la Super Bowl de Nueva Orleans.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl