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Las orejas tiesas, pero sin miedo

Vuelve el Valladolid a jugar en Riazor, el campo en el que desde mi punto de vista mejor partido hizo durante la pasada temporada. Y lo hace en mal momento. Me explico. El Deportivo está escocido por verse colista en la tabla y llega muy herido tras el estrepitoso resultado cosechado la semana pasada en el Calderón. Los jugadores de Oltra hablan de final, de partido del año. Y aunque se juegue en lunes, Riazor va a registrar una gran entrada para poder empujar a su equipo. Es el peor escenario posible para los pucelanos, pero cosa distinta será lo que pase después en la pelea directa de once contra once, y ahí, si no se relajan o cometen errores de bulto, los vallisoletanos tienen las de ganar. Son diez puntos superiores a los gallegos y juegan mejor.

P or tanto, es partido para acudir a él con las orejas tiesas, pero sin miedo. Todavía recuerdo, por haberlo vivido en directo, el ambientazo previo que se preparó en Riazor el día en el que el conjunto blanquiazul descendió a Segunda perdiendo con el Valencia. De nada le sirvió. Una cosa es la parafernalia externa, que puede ayudar algo, y otra el fútbol, el balón, el ritmo, el momento de juego... Y en todo eso no puede asustarse el Valladolid. Una victoria ante el Deportivo colocaría a los blanquivioletas con 13 puntos de ventaja y en una posición privilegiada antes de recibir al Barcelona. Y esa debe ser la intención hoy. Plantar cara desde el principio y aumentar en cada minuto que pase la presión a un Deportivo que sabe que no puede fallar más.