Con un calendario menos apretado, quizás el partido de anoche se hubiese aplazado. No fue así y por eso vimos un partido de otro tiempo, de cuando los campos no drenaban tan bien y la mirada hacia el fútbol era otra: más castrense, más testicular, menos refinada. Lo que ayer vimos fue un partido de otro tiempo, un partido sin cabida para las exquisiteces, un partido que exigía balón largo, pierna fuerte, salto, mucha carrera... Control de la situación, pero no del balón. El balón en estos casos es del agua, el partido es para el que le da al toro la faena que el toro pide. O para el que tiene más suerte.

Para más dramatismo, empezó con el codazo de David Navarro (que acumula ya demasiadas escenas desagradables en su carrera) a Cristiano. El 'crack' se mantuvo en el terreno de juego hasta el descanso y no se fue de vacío. Abrió el marcador con lo que podríamos llamar el gol del tuerto, heredero por línea directa del gol del cojo, desaparecido con los cambios. Con él o sin él, el partido fue el mismo: un esfuerzo furioso de todos por sacar el balón del agua y alejarlo de la portería. Y un público irritado por lo que consideró un arbitraje lesivo para sus intereses, más allá del gol en fuera de juego por milímetros de Ángel.

Con empate en el marcador, y tras fallar Xabi Alonso un penalti, Mourinho tiró por fin de Morata. Quedaban menos de diez minutos. Al momento marcó, en precioso cabezazo a saque de falta del propio Xabi Alonso. Su abrazo con Nacho y Adán, canteranos como él, fue toda una reivindicación. Tercer 'nueve' de la plantilla, le tocó ser suplente con Cristiano en el campo y sin Cristiano en el campo. Pero aprovechó el primero de los pocos minutos de que dispuso para marcar, mantener al Madrid en carrera y reivindicar esa cantera que Mourinho denigró hace poco. Cosas que tiene la vida...