Lo que Messi le debe a Cristiano
Se quejaba Messi de que su dicotomía con Cristiano se alimentaba desde fuera. El portugués lamenta ahora lo mismo. Es la historia, y no la Prensa, la que los enfrenta. Esa dicotomía es la esencia misma del deporte. Respetarse, admirarse, temerse y envidiarse forma parte de su historia común. La grandeza de un deportista se mide por el tamaño de su rival, de sus títulos y, en este caso también, de sus Balones de Oro. Es impensable medir los logros de uno sin poner al otro en el extremo opuesto de la balanza.
Ha ocurrido en todos los deportes, en épocas distintas. Esa dicotomía les retroalimenta, hace que exijan jugar todos los minutos posibles y que sus entrenadores, pasados y presentes, piensen lo diferente que serían sus equipos sin ellos. Su rivalidad es tan descomunal que se proyecta hasta en las cuentas de resultados de los dos clubes más poderosos del planeta. No deja de ser una barbaridad que una de las noticias de este fin de semana es que ninguno de ellos (tampoco Falcao) haya marcado. Es impensable un escenario en el que ambos acaben jugando juntos, pero no me cabe la menor duda de que, entonces, sin esa rivalidad que los engrandece, no serían tan escandalosamente buenos...