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¿Sería una paliza con efecto saludable?

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Los jugadores franceses intentan tranquilizarnos con sus declaraciones, pero les puedo asegurar que no lo consiguen. Parece que las palabras "miedo" o "preocupación" han desaparecido de su diccionario. Sin embargo, la Francia aficionada al fútbol está asustada con la idea de tener que enfrentarse a España en su casa. No hay ni un fan, ni un periodista creíble que se atreva a pronosticar otra cosa que una derrota gala frente a los "campeones de todo". Sólo con recordar la impotencia de los Bleus contra La Roja en los cuartos de final de la pasada Eurocopa, la esperanza francesa era casi nula. Pero después de la demostración del equipo de Vicente del Bosque en Bielorrusia (selección que hizo sufrir mucho a Francia el mes pasado en Saint-Denis) y, además, después de ver cómo los galos concedieron el viernes la primera derrota de la era Deschamps como seleccionador (¡en un amistoso frente a Japón¡), los ánimos están por los suelos.

Sobre el papel, esta Francia no tiene nada que hacer e, incluso, algunos esperan para mañana una paliza que definen como "saludable". Es decir, que si el equipo francés sale ridiculizado del Vicente Calderón, con las maletas llenas de cuatro o cinco goles, quizá se obligue a los responsables del fútbol galo a reflexionar de verdad sobre lo que no funciona del otro lado de los Pirineos. Una honorable derrota por un gol de diferencia no produciría el electrochoque que necesita este deporte en Francia. Porque ya no podemos vivir de la gloria pasada. Porque tantos fracasos seguidos no pueden ser frutos de la "mala suerte". Porque, si seguimos así, el cariño que la población francesa dedica a los jugadores Bleus continuará cayendo en picado. Ya que, además, algunos de los que nos representan no son ni simpáticos