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Y al final, el que gana es Mourinho

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Hay varias formas de ganar para un entrenador. Coleccionar trofeos, pero también imponer su criterio en el club apartando a sus enemigos, desactivar cualquier rebelión de un jugador y demostrar quién es el que manda en el vestuario, crear una corriente de admiración absoluta en una parte importante de la afición y no parecer equivocarse nunca Mourinho es alucinante porque reúne todas estas virtudes. Siempre gana en todo. Lo hemos comprobado con la brillante conquista de la Liga, en su guerra personal con Jorge Valdano, en la corriente cada vez más potente de fans que le apoyan (sobre todo entre los más jóvenes) Y, estos días, en el Asunto Ramos.

Con su última entrevista, el Special One intenta hacernos creer que él no tiene ninguna culpa en el mal arranque ligero del Madrid. Es la falta de hambre y el acomodamiento de los jugadores, después del título de la temporada pasada, que aparecen como responsables de la diferencia de ocho puntos existente con el Barcelona. Y lo más fantástico de todo es que consigue que lo veamos como él quiere. El fútbol es un deporte de once contra once y, al final, gana Mourinho