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Entusiasmo provisional o duradero

El Atlético sigue de gira, paseando por las instituciones su reciente y exclusiva felicidad. Un estado de ánimo que se concreta en los cuatro trofeos que hoy ha contemplado el Rey, pero que motorizan otras sensaciones. Sobre todo las del equipo, al fin comprometido, hambriento y capaz. Pero también el dolor de estómago del vecino, retratado con esos cánticos del domingo que para calar no necesitaron de lo malsonante. Bastó hacerse eco del 'estoy triste' de Cristiano y el 'no hay equipo' de Mourinho para que el Calderón se encendiera. Se pongan como se pongan el fútbol es eso, la rivalidad. Y en esa ribera, más. Pero al Atlético, sin dejar de mirarse el ombligo si quiere, le ha llegado la hora de abandonar el aire provisional de su entusiasmo. Atreverse a más, asentarse, convencerse de competir por todo. El Rayo demostró en diez minutos de caraja y desatención lo fácil que es volver al suelo. El propio Atlético conoce lo que le suele durar la efervescencia, no más de dos semanas.

Lo difícil es jugar con esa intensidad siempre, mantenerse. La heroicidad reciente está bien, confirma que se puede. Pero el Atlético no debería conformarse con lo ocasional. La última frase de Simeone no sólo es lírica, también es certera: "Nadie regala nada, el destino debemos marcarlo nosotros mismos día a día". De eso se trata: querer ganarlo todo todos los días y demostrarlo. También fuera de casa. Del propio Atlético depende hasta dónde quiere llegar. Bueno, del Cholo. Su contagiosa exigencia marca el camino.