Ricardo y sus 60 días de asueto

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Ser Kaká es una utopía en los tiempos que corren. Con la que está cayendo, pocos como él pueden permitirse el lujo de disfrutar de 60 días de vacaciones a pesar de que su productividad en la empresa que le paga (muy generosamente) ha sido nula en los tres años que lleva en su nómina. Ya sé que Granero, Callejón, Adán, Lass y Carvalho también han gozado de dos meses exactos de vacaciones desde aquel amistoso en Kuwait del 16 de mayo. Pero la situación de esos cinco jugadores no tiene nada que ver con la del brasileño. El club (la empresa) se gastó un dineral en 2009 para contratarle. La cuenta de resultados ofrece un panorama desolador. Tres detallitos, un par de buenos goles en días intrascendentes y muy poca pasión...
Kaká podía haber adelantado sus interminables vacaciones diez o doce días y haberse dejado ver por Valdebebas. Aunque fuese un gesto demagogo, la afición lo habría agradecido. Pero ni siquiera nos ha dejado Kaká una declaración pública que ilusione a su ejército de desengañados. Imaginen: "Prometo al madridismo que este año todo va a cambiar. Voy a dejarme el cuerpo y el alma para justificar el esfuerzo que hizo el Madrid por mí". ¿Lo ha dicho? Pues no. Siempre seré un ingenuo...



