Obsesionarse con él sería el mayor error de España

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Para ganar una Eurocopa de este nivelazo y un triplete que pasará a la historia (lo vamos a conseguir, que nadie lo dude) es necesario medirse a los mejores y asumirlo de antemano. Nos tocó torear con Italia y ese Pirlo que nos regaló ante Inglaterra una nube de algodón que se nos quedará en la memoria. También supimos poner en su sitio a la Francia de Benzema y Ribéry, que ya busca sustituto a Blanc mientras que sus cracks se pierden de vacaciones en las aguas del Caribe. Y mañana toca Cristiano, el Pichichi de la Eurocopa y el verdugo implacable de holandeses y checos, a los que se merendó con dos exhibiciones propias de un futuro Balón de Oro.
Pero Cristiano ha tenido mala suerte en su camino hacia la gloria. Se mide a España. Ni más ni menos. Se enfrentará a la defensa menos goleada del torneo y al portero menos batido, su amigo Iker. Si Cristiano hubiese podido elegir, habría dicho que no quería ver a España hasta la final. Él es incapaz de arrojar la toalla porque es un ganador nato, pero sabe que aunque marcase dos goles mañana en Donetsk, que ya es marcarle a Casillas, lo normal es que la campeona del Mundo y de Europa meta tres o cuatro chicharros. Cristiano morirá de pie, con grandeza. Delante estará España. Mala suerte, crack.



