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Se fue un tío humilde, honesto hasta la médula

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Hubiese sido la imagen perfecta para aquel anuncio de Coca-Cola: ... a los altos, a los bajos, a los morenos, a los blancos. Guapos o feos, de derechas o de izquierdas, del norte o del sur, atléticos o madridistas A todos les caía bien Manolo Preciado. Es difícil encontrar a tanta gente que coincidiese al catalogar a una persona. Manolo dio mucho a la vida y ésta no le fue agradecida, asestándole golpes brutales de los que siempre se levantó con una sonrisa llena de optimismo y nos sorprendía porque era él quien te tendía la mano para levantarte.

Siento admiración por Manolo, un tipo que nunca alteró su escala de valores. Hace dos semanas me llamaba. "¡Largo! ¿Qué tal la vida?" Estaba ilusionado por los proyectos que tenía e inquieto porque llegase una confirmación a esas propuestas. Se fue un tío humilde al que no hacía falta hacerle una resonancia para saber que padecía de honestidad hasta la médula. Una auténtica pena que el fútbol haya perdido un entrenador que transmitía integridad, válida para los profesionales e indispensable para las categorías inferiores. Quiero expresarle mi más sentidas condolencias a todos sus familiares. Aún no me lo creo y tardaré en asimilarlo y en hablar de él en pasado cuando el presente es una cena en la que los vasos se movían al son del míster, llenas siempre de anécdotas en las que al fondo siempre se veía el sol del optimista. Descansa en paz, Manolo.