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Dejar el Atleti no es ley de vida

El Atlético se prepara un año más para hacer caja, es su actual razón de ser. El dueño de las acciones, como las cartas le permitían envidar sin arriesgar demasiado sus verdaderas intenciones, con la ilusión de los hinchas aún caliente, jugó la semana pasada a lavarse las manos y condicionar la permanencia de las estrellas a entrar en Champions. Pero no, la coartada no cuela. Con una frase tan cruda como valiente, el mismo Simeone dejó ayer desnudo a su jefe tirando al suelo su discurso: "El año pasado ya acabó séptimo y se trajo a Falcao y Diego". No es la clasificación lo que fija la caducidad en el Calderón. Algunos ya llegan con la fecha de salida marcada. Falcao, por ejemplo. El Atlético es ahora una agencia de futbolistas, no le den más vueltas. Pero tal y como está el patio rojiblanco y su techo de resignación, si ese movimiento de jugadores se compensa con títulos y felicidad ante Neptuno (si es que la policía quiere y el Ayuntamiento se deja), la grada lo digiere y soporta. Ya le pondrá música de fondo a otro. Y si no hay ofensa añadida o palabra incumplida, el jugador que se marcha hasta lo hace intacto. Por eso no conviene mezclar el desenlace de Falcao con la reciente traición abortada del Kun y su célebre "ni en pedo". El hincha sólo desprecia al que se lo gana.

Si el colombiano sortea los lugares que escuecen a la gente que hoy le abraza, si procura no hacer daño al cerrar la puerta, aunque se vaya nada ni nadie lo bajará del santoral. Irse del Atlético no es inevitable ley de vida, es sólo una elección. Allá el que se lo pierda. En el Calderón también se gana. Irse lejos no garantiza más victorias. Sólo que te quieran menos.