La mil y una noches del malaguismo
El Málaga llega a Barcelona haciendo del presente historia. Nunca se había visto a estas alturas de la película entre los guapos. Y no le está resultando fácil convertirse en cisne. Su dueño y mecenas, Abdullah Al-Thani, lleva en eterna sospecha desde que compró el club. La mayoría de las veces siendo víctima de acusaciones sin fundamento, casi calumnias. No es menos cierto que el jeque ha querido jugar con sus propias reglas, que ha pecado de cierto pasotismo en ciertos pagos. Pero de ahí a la insolvencia hay un buen trecho. Capaz de pagar a tocateja el fichaje de su estrella Cazorla (19 millones) y luego jugar al gato y al ratón por el pico del IVA (unos tres kilos, tema ya solucionado) Pero más de 150 millones de euros de inversión después, bien merece un respeto.
En este fútbol de deudas con Hacienda, de malos pagadores y partidos bajo sospecha, quizá habría que recibir con una sonrisa a quien viene a reflotar a uno de los humildes de la Liga. Y los resultados están ahí. El Málaga no es sólo oropel y coches de lujo, es también la consecuencia de un proyecto sólido. Está igualado a puntos con el eterno tercero (Valencia), a quien discute su trono. A tres pasos de la Champions. Y llega a Barcelona con la convicción de que puede ganar. Además, conviene recordar que lleva todo el curso sin Baptista y meses sin Joaquín (ya recuperado), Caballero y Toulalan. Ahora también sin Mathijsen ni Maresca. Un gigante con pies de barro no aguantaría ese tirón. Así que dejen vivir al Málaga tranquilo sus mil y una noches.