No puede perderse Bucarest
Al final va a resultar que Cerezo es el ojeador con más olfato. El presidente se tiró veranos hablando de Diego, recomendando su fichaje, pero ni el que manda en el club ni el que hacía de director deportivo le hicieron caso. Siempre hubo una excusa para desoír a quien, las cosas como son, también se empeñó en su día en el fichaje de Marcelo Sosa. Hasta que este año, bajo la discutible fórmula de una cesión, le concedieron al brasileño. Y su apuesta personal convenció desde el primer día. Diego es de largo el mejor futbolista del Atlético. En creación, sin duda. Lo ha demostrado sobre el campo y se ha hecho más evidente cuando no ha podido estar. Aunque juega con la fecha de caducidad colgada, el Calderón le suplicó a gritos el domingo que se quede.
No debería, pero le ha cogido cariño. El Atlético sigue las pautas de la mercadotecnia y cambia cada año un matiz de la camiseta. Pero no lo necesita. Varía tanto de jugadores que los uniformes se quedan pronto viejos. El 22 de Diego lo han llevado Elías, Diego Costa y Pablo, con perdón... Nadie puede descartar que, pese al "Diego, quédate", otro lo exhiba el año próximo. No es seguro siquiera que Diego pueda lucirlo en la final de la Europa League. Y éso sí que es un problema. El brasileño llega a Mestalla con una tarjeta en la nuca, a tiro de castigo. El Atlético no puede permitirse que su joya vea otra amarilla. Diego debe dirigir la clasificación a la final, pero al tiempo controlarse. Bucarest sin él jamás sería lo mismo.