El Real Madrid no llora
El Madrid está cuajando una temporada fantástica, con una ventaja significativa, aunque no lo parezca, sobre el majestuoso Barça y a tres partidos de conquistar su Décima Copa de Europa. Es el único que depende de sí mismo para hacer un doblete histórico, en la Liga BBVA y la Champions, ante un rival inmenso, que viene marcando época. Conste que esa competitividad es también mérito de Mou.
Mirándolo en perspectiva, ésa ha sido la normalidad del mejor club de la historia. El Madrid trabajaba y los demás se quejaban. El victimismo siempre emanaba del Atleti o del Barça que, así, reconocían la jerarquía del mejor. Eso es lo que se desprende de lo que dice Roberto Carlos y de los recuerdos de Rubén Cano. Ese es el Madrid que él vivió y cuyo escudo defendió. Cuando se está más preocupado del eterno rival o del árbitro que de uno mismo, se empieza a perder algo más importante que el próximo título: la identidad. No hay nada que debilite más que una coartada. No se trata de no poder quejarse, sino de sobreponerse a todos. A las dudas se las vence con fútbol, no con sospechas.