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La ventaja disipó a los leones

Dicen los jugadores del Athletic que Bielsa no se conforma con las victorias y que siempre encuentra un punto de mejora a su rendimiento. Si es así cuando las cosas van bien, imaginen lo que será ese vestuario después de un partido como el de ayer, en el que los leones tardaron en aliviarse. En su contra jugó que tenían una ventaja demoledora (el Schalke estaba obligado a marcar tres goles siempre que los de San Mamés no hicieran ninguno) y la distancia establecida en el Veltins Arena provocó una sensación de relajación, conformismo o llámelo como usted quiera. Para el técnico argentino, la complacencia con un resultado es algo así como la peste bubónica.

La pimienta que supuso el gol de Huntelaar tuvo efecto de puya en los rojiblancos, que hasta que no llegó el descanso estuvieron de aquí para allá, sin sacar sus mejores virtudes a pasear. Presión, anticipación, intensidad y verticalidad fueron cartas que tardaron un mundo en aparecer en un Athletic que, pese a jugar con su versión menos presentable, hizo lo que debía. Y eso no es otra cosa que continuar adelante y citar a sus fieles de San Mamés para el próximo 26 de abril, que será el día en el que se juegue el pase a la final de una Europa League que ya es un objetivo reconocido.