Mirando al Cholo y no al juego
Sobre el césped, el Atlético es barro y juego trabado, bronca y protesta, carreras y pelotazos. Más dudas que certezas. Pero hacia la grada es ilusión y fiesta. La consigue el Cholo, que celebra cada gol como si fuera una final, vive como un hincha y contagia. El Calderón le adora. Da igual que ataque o se recoja, corea el 'ole,ole,ole' una y otra vez. El técnico alza agradecido el brazo a cada grito y se lo exige igual a los jugadores, aunque el balón corra. Si el público les nombra, ellos agradecen. Es la ley del Cholo, su cultura del optimismo y la demagogia.
Cosido a ella, pese a los pronósticos de quienes tocan de oído, los atléticos siguen felices. Por encima del gris de los resultados y la pobreza del juego, Simeone los pone de buen humor. Le quieren y le creen. No se entiende desde fuera; no se sabe cuánto hay de verdad y de artificio en ese estado de ánimo, pero el Calderón hoy canta, baila y sonríe. Está por ver si la fórmula produce beneficios o fomenta el conformismo, pero de momento ha vuelto a colocar una sonrisa de fe en el aficionado. Quizás sin motivos, pero esa gente vuelve convencida e ilusionada a sentarse un jueves frente a la Europa League. El sueño del que les ha convencido el Cholo.