El de 96 sale barato; el de 30, muy caro

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El jamón de pata negra no admite matices. El que es bueno de verdad, con esas virutas que sudan y se deshacen en la boca con un sabor celestial, tiene un precio tan elevado como justo. Se paga y nadie se queja. Lo merece. Eso es Cristiano y los 96 millones de euros que costó contratarle en el verano de 2009. En menos de tres años ya ha compensado el desembolso. Nadie se acuerda de su precio y todos bendicen el día en el que el Iron Man de Funchal se presentó en un Bernabéu entusiasmado y repleto. Ya en su primer curso de blanco firmó una acción antológica ante Diego López, el porterazo que se encontrará hoy en El Madrigal. Un golazo de falta que superó al cancerbero gallego en su palo. Cuando empezó a estirarse, la pelota ya estaba dentro. Bestial.
Pero al lado del portugués bueno está su compatriota Coentrao. Caro-carísimo de precio. Pagar 30 millones por un futbolista que ni siquiera está en la quiniela para ser titular en los grandes días se antoja como una operación ruinosa. Creí en él en verano y valoré lo polivaliente que era en el campo. Jugaba de interior diestro, en el doble pivote, de extremo zurdo, de segundo punta y, a veces, de lateral izquierdo, su auténtica ubicación. Pero ahí está Marcelo, que es oro negro. Si además de no justificar semejante dispendio (33 millones pagó el Manchester City por Silva), Coentrao se relaja cantando aquello de "fumando espero entrar en la lista de Mou", mal vamos. Castigarle es lo mínimo. La temporada se jugará en estos dos meses. El que se relaje, a la calle...



