Un triunfo concebido en lunes
El Zaragoza jugó ayer domingo, pero empezó a ganar ya el lunes. Ese día la plantilla se reunió dos horas, sin el entrenador, y resolvió defender el orgullo del club hasta el final, al margen del desenlace. La conjura pudo sonar a palabrería hueca, pero por lo visto tuvo un efecto catártico. Éste fue el triunfo de la dignidad. Eso sí, necesitó de otros factores: un ejercicio colectivo notable, un gol de estrategia y otro de listeza; las paradas de Roberto y los palos; o Ruben Micael en su mejor versión... Armas irrenunciables para un superviviente.
El Espanyol, tan enérgico en casa, jugó maniatado, a tirones. Pudo capitalizar la crónica inseguridad del Zaragoza, pero Kalu Uche probó todas las formas del error y el volátil Coutinho golpeó los palos o a Roberto. En el Zaragoza cada ocasión supone una trabajosa conquista, como si la portería rival estuviera a 300 metros, pero Da Silva abrió la lata de cabeza, el guadianesco Rúben Micael facilitó las transiciones y Casilla negó goles a Lanzaro y Postiga. Juan Carlos cerró la primera victoria después de 15 partidos. Cuando tu equipo pierde siempre, el tiempo pasa muy despacio. Te pones a mirar los partidos y acabas viendo crecer la hierba. Ayer el Zaragoza y su gente pudieron, al fin, levantar la cabeza.