"¡Ole, ole, ole, Cholo Simeone!"

El Atlético ya tiene bombero, Cholo Simeone, ídolo de la afición no hace tanto tiempo. Jugador de entrega e ímpetu, de ida y vuelta, de presencia firme y pierna fuerte. Un buen futbolista, aunque no un esteta. Tampoco ahora promete otra cosa. Anuncia que buscará lo práctico, que le gustó el arranque ante el Madrid, aquel tramo en el que creyó en sí mismo, apretó en todos lados, pegó y hasta se adelantó en el marcador. No es el fútbol que más me gusta pero, recordemos, es el fútbol con el que Mourinho se acercó al Barça en la Primavera y el que algunos han echado en falta en el último Clásico.

Fútbol para estado de excepción. Habrá que admitirlo como tal, con la esperanza de que según salga del hoyo vaya elevando el nivel, porque el Atlético tiene futbolistas para más. El modelo de seis feroces atrás, uno para moverla, dos para correr y uno para meterla dentro, siempre feo, se disculpa en clubes de pocos medios económicos. O como recurso en días especiales. Pero no termino de ver al Atlético así, y eso que conozco bien su tradición contraatacadora. Pero era el contraataque entendido como ataque rápido desarrollado por varios buenos jugadores, no como balonazo al solitario de arriba.

En todo caso, me alegra de que esté aquí el Cholo. El Atlético necesita carácter en el banquillo. Necesita alguien que se imponga sobre la confusión de esa casa, que nace de los recelos entre sus dos cabezas visibles. Manzano fue víctima de ello. Desde que renunció a su colaborador de siempre, Hurtado, estaba liquidado, porque los jugadores no obedecen a un jefe al que vean débil, y ahí le vieron débil. Al Cholo, espero, nadie le verá débil. Tiene genio, tiene prestigio entre la afición, trae una idea que no me entusiasma, pero es una idea y un propósito. Es un tratamiento duro, pero espero que resulte.