Es el premio al Cristiano 'persona'

Llegó impecablemente vestido, con una sonrisa Profidén que destilaba su actual estado anímico y futbolístico. Cristiano es la personificación de la felicidad. Un chaval en plenitud, con 26 años bien llevados, adaptado a una ciudad que le adora (no cambiaría el sol otoñal de Madrid por nada), una familia que le arropa como si fuese todavía el niño que fue criado en las calles embarradas de Funchal y una afición que le adora. El Bota de Oro llegó al Palace como un Príncipe y se fue como un Emperador, con el mundo del deporte rindiéndole justa pleitesía por ese Premio AS que le reconoce por segunda vez como un futbolista excepcional, referente para futuras generaciones de jugadores y modelo a seguir en los colegios, que empiezan a venerar su escultural figura y su sanísimo talante.

La gente no conoce al Cristiano más íntimo y celebro que los reconocimientos de los Premios AS estén sirviendo para descodificar su verdadero perfil personal ante esa sociedad que sólo recibe mensajes inexactos sobre su verdadera forma de ser. El portugués ni es un chulo, ni es prepotente, ni ha lesionado nunca a nadie, ni ha negado nunca el autógrafo a quien se lo ha pedido. Aún recuerdo la imagen del 7 en el Colegio Navas de Tolosa, en la humilde barriada de San Cristóbal de los Ángeles, con esos niños diferentes con cuidados especiales que vivieron un sueño abrazando y besando a su ídolo. Ése es el auténtico Cristiano. Un crío con cuerpo de Supermán y alma de bebé.

Me quedo con su rostro feliz, con su familia y sus amigos de verdad arropándole en el Palace y con ese genio llamado Carlos Latre, que le arrancó la mejor de sus sonrisas. Los sabios lectores de AS ya le han votado dos veces. Si un día dejan de hacerlo, habría que darle el Premio a la Ejemplaridad. Acabó con los récords de Zarra y Hugo Sánchez y no parará hasta ganarlo todo con su amado Real Madrid. Obrigado, máquina.