Ser tan normal es muy difícil
Desplaza balones a cuarenta metros con la misma naturalidad que pasea por el centro de Madrid. Encuentra placer en cada momento sobre el césped como en el hecho de llevar a sus hijos al colegio. Su liderazgo es jerárquico y silencioso. A pesar de ser uno de los mejores mediocentros del mundo, su vida carece de las estridencias típicas de las estrellas. No las necesita. Es un sibarita perfeccionista, amante del orden y de las cosas bien hechas. Se prepara para los partidos con el mismo esmero que para una sesión de fotos. En la vida, como en el campo, no se le caen los anillos por nada. Se sacrifica como los peones, pero sabe ver el tablero como el rey. Tiene un don: es capaz de mirar el fútbol desde dentro como si estuviese sentado en el primer anfiteatro del Bernabéu. El Madrid se siente cómodo bajo el compás de su invisible batuta.
Xabi Alonso es la mezcla perfecta entre lo vasco y lo inglés, personifica la discreción de un gentleman. Como el buen vino que le gusta degustar, va mejorando con el paso del tiempo. Seguro que Florentino Pérez bendice ahora esos 35 millones de euros que tanto le parecían en su momento, con los que trajo a un futbolista ejemplar. El mejor fichaje, de largo, en su segunda etapa como presidente del Real Madrid.