Un pase de Özil justifica una entrada

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Corría el minuto 26 en el Nordbank Arena de Hamburgo. El balón le llegó a Özil, que estaba escorado a la derecha, a tres metros del área holandesa. Levantó la cabeza, como hacen los buenos toreros y los valientes en el frente de batalla. Vio desmarcado a Klose, ese Raúl a la alemana que ya está a sólo cinco goles del récord histórico de Gerd Torpedo Müller. Özil acomodó su cuerpo con templanza y golpeó el esférico como si fuese de algodón dulce. La curva fue perfecta, acompasada, medida y directa al objetivo. Klose, viejo zorro, giró su cuello con fiereza y batió a Stekelenburg, ese portero que sigue acordándose en sus peores pesadillas del golazo mundialista de Iniesta...
Lo bueno de Özil es que ha sabido aguantar la presión tras su particular depresión futbolística, que se vio plasmada sobre todo en Cornellà ante el Espanyol. Hacer pareja de baile con el resucitado Kaká le descolocó. No parecía él. Pero Mourinho ha manejado sus estados de ansiedad y su pérdida de autoestima. La terapia ha terminado de cuajar con Alemania. Con la camiseta de la Mannschaft, Özil es el faro, el eje del compás. Tiene sólo 23 años, la edad de Sahin, Higuaín, Benzema y Marcelo. Kaká nos dará un par de años buenos y luego estará Mesut. Si Turquía le tuviera, fijo que estaría en la Euro...



