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Egoístas y sin aclarar qué les pasó

Hay atléticos que recuerdan los gestos de complicidad entre Forlán y Quique tras recoger la Europa League en Hamburgo. Entonces parecía haber feeling entre dos de los que más pusieron para ganar ese título continental. Uno con sus goles en el terreno de juego y el otro con sus órdenes desde el banquillo. La sintonía entre entrenador y goleador siguió después en la final de la Copa del Rey, que se perdió ante el Sevilla, y en la Supercopa, ganada al Inter campeón de la Champions. Qué pasó después nadie lo sabe, porque ellos no lo aclaran. Ni siquiera en sus últimas declaraciones. A Quique ha parecido entendérsele que al uruguayo no lo vio implicado el último año. Forlán sólo ha dicho que el entrenador ha salido mal de todos los equipos.

La herida está abierta, pero eso no debe empañar al Atlético, al que los dos dieron lustre. Quizá sin esas guerras internas y que cada uno tiró hacia su terreno, el Atlético habría mejorado. Con cuatro goles más de los ocho que hizo Forlán en la Liga, los rojiblancos a lo mejor habrían sumado puntos para entrar en Champions. El uruguayo, no se sabe bien por qué, estuvo pusilánime en muchos partidos y el entrenador no contribuyó a mejorar su estado de ánimo. Fueron egoístas y pagó el Atlético. Dejaron el club sin hacerse reproches hasta ahora. Pero siguen sin aclarar realmente qué sucedió entre ellos. ¿Acaso Quique le pasó factura cuando Forlán se fue a jugar unos amistosos con Uruguay en vez de hacer una minipretemporada? No se explican del todo.