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Fórmula 1 británico en bicicleta

Uno mira a Bradley Wiggins, tan blanquito, tan larguirucho, tan inglés, y se lo imagina en una playa de Fuengirola, entre el público o los músicos de un concierto en Wembley o promocionando comida vegetariana. Pero, tópicos al margen, cuando miramos a este tallo de 190 centímetros lo que realmente vemos es a un gran profesional del ciclismo que trabaja desde hace dos años en la metamorfosis de pistard a vueltómano. Ya fue cuarto en el Tour en 2009 y ganó el último Dauphiné Liberé. Y ahora, tras su rendimiento en La Covatilla, es el principal candidato a la Vuelta.

Wiggins es una estrella de la pista con seis medallas olímpicas (tres de oro) y seis títulos mundiales. El éxito de la escuela británica, la mejor del mundo, empujó a la creación del Sky de ruta. Nos decía no hace mucho Alberto Contador que el desembarco anglosajón al ciclismo ha mejorado la minuciosidad y el detalle. Este equipo utiliza tecnología McLaren. Y el propio Wiggins se entrena en subida tras moto o hace rodillo a 42 grados para reproducir situaciones de carrera. Hoy le toca la contrarreloj de Salamanca. Tony Martin o Cancellara podrán discutirle la etapa, pero es su día para distanciar a los aspirantes a la Vuelta.