La decepción del Aubisque



Hemos tenido un debate en Twitter, con Antonio Alix a la cabeza, en el que se ha discutido amigablemente sobre si esta 13ª etapa del Tour de Francia, con el Aubisque a 42,5 kilómetros de la meta, ha sido decepcionante o, por el contrario, una buena jornada de ciclismo. El compañero de Eurosport defiende que ha vibrado con la victoria de Thor Hushovd. Sin quitar ningún mérito al noruego, que ha vuelto a honrar al maillot arcoíris con una exhición camino de Lourdes, a mí me supone una desilusión que se suba semejante coloso sin que ningún favorito, de primera o segunda fila, se atreva a mover la carrera.

Les voy a decir la verdad. No esperaba nada especial de la etapa del Aubisque, porque esta película ya la hemos visto muchas veces. Pero que la general no se haya alterado un ápice después de ascenderse un puerto de estas características, creo que empuja a un análisis. O bien estamos ante un problema de actitud de los corredores, que no andan para muchos trotes tras la paliza de Luz Ardiden y han preferido reservarse para Plateau de Beille. O bien estamos ante una concepción errónea del recorrido, que hubiera mejorado con la meta más cerca de la cima o con otro puerto por el camino.

Durante el debate tuitero he leído opiniones en ambos sentidos. O incluso la de Alix, a quien directamente le ha gustado la etapa. Me parece lícita cualquier valoración, aunque posiblemente la más acertada es aquella que apunta a la actitud. Con etapas de trazado similar hemos presenciado dignas batallas, sin que haga falta trasladarse a la época del ciclismo en blanco y negro. Plataforma Recorridos Ciclistas nos recuerda en un tuit que en el Giro de 2010, con el Monte Grappa a 40,1 km, se montó una buena trisca. Aunque Iban Vega le ha puntualizado después que el entonces ganador en Asolo, Vincenzo Nibali, pagó el esfuerzo al día siguiente en el Zoncolan.

Como pueden comprobar, hay opiniones y argumentos para todos los gustos. Y todos son válidos. En cualquier caso, yo no puedo evitar sentir una enorme desolación cada vez que un coloso del corte del Aubisque se sube al tran tran. Al final, cada aficionado al ciclismo (y esto vale para todos los deportes) somos un mundo. O vibramos o no vibramos. Si yo no he conseguido apasionarme con la victoria de Hushvod, no es una cuestión de que me guste más o menos el ciclismo. A mí este ciclismo, sencillamente, no me engancha… Y como yo, somos muchos.

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