España une lo que desunen los Clásicos

España une lo que desunen los Clásicos

La foto de Piqué despidiéndose de Sergio Ramos anteayer en el aeropuerto deja poco lugar a dudas: pelillos a la mar. Es verdad que la tormenta de Clásicos dejó malestares. En conjunto fue desagradable, pasaron cosas que a nadie gustaron y entre nuestros internacionales había varios a los que se puede considerar culpables por tales o cuales cosas, como había otros que podrían sentirse agraviados. En ese sentido, ante esta gira se esperaba con un sentimiento que mezclaba ciertas dosis de morbo con un bienintencionado deseo de que ese equipo que tanto nos ha hecho disfrutar no se resintiera.

Bueno, pues ahora que ha pasado todo, la sensación es buena. Han pasado una experiencia agradable, han jugado mezclados, han ganado otros dos partidos, han llenado los campos, han recibido un homenaje compartido por ser campeones del mundo. Y han repartido unas perras, al tiempo que rellenaban las arcas de la Federación. Al final, uno siempre acaba encontrando que los futbolistas suelen estar por encima de las circunstancias. En aquellos días, Arbeloa pisó a Villa, Busquets se tiró como suele, Pedro le imitó, Casillas se palmeó la cara, este dijo aquello y el otro lo contrario...

Pero pasó y pasó. Los que seguimos el fútbol de cerca, y hasta los que no lo hacen tanto, sabemos todos que a veces hay peleas a puñetazos en los mismos entrenamientos. Roces, tensión, irritabilidad. Luego se pasa. Lo que ocurre entre las cuatro rayas de cal queda ahí. Hoy en día parecería que no es tan así, sobre todo en los Clásicos, por tantas cámaras y tantos periodistas como escrutamos y mostramos eso. Al ser tan expuesto, parece irremediable. Pero no lo es. Sólo son malos momentos, malas reacciones, pero cosas del fútbol. Volverá a pasar, supongo, pero volverán a superarlo.