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Dos años después, repiten 15 titulares

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La misma final de esta noche se jugó hace sólo dos temporadas. Comparando los equipos titulares de aquel día con los anunciados (o supuestos) para hoy, me salen ocho repeticiones en el Manchester y siete en el Barça. Y los entrenadores, por supuesto. Ferguson lleva veinticinco años en el club. Guardiola, toda su vida y si bien como entrenador sólo tres (exitosos) cursos, representa a la perfección la línea de pensamiento y de trabajo del club. Por decirlo de una vez, esta final expresa los beneficios que al fútbol, al grande o al chico, le reportan la paciencia, la insistencia, el seguimiento de un modelo.

Por lo demás, es una final grandiosa, entre los recién proclamados campeones de las dos ligas más importantes del planeta. Dos clubes con tradición hermosa, con tres títulos cada cual como el que esta noche está en disputa. El primero de ellos lo ganaron ambos precisamente en Wembley, el magnífico escenario en que se juega hoy. Otro Wembley, sí, pero en el mismo solar sagrado. Estadio legendario, que no pertenece a ningún club porque es espacio reservado a finales. La primera de las cuales, en 1923, fue posible por la milagrosa intervención de un caballo blanco. Un lugar mágico.

Como muchos me preguntan quién quiero que gane, seré claro: el Barça. Y no por la trampa saducea de si ir o no con el equipo español, sino por bastantes más motivos. Hay dos cosas del Barça que no me gustan: la forma en que abusa del villarato y el cuento de Alves y dos o tres más. Pero hay muchas más cosas que me gustan: Xavi, Puyol, Piqué, Iniesta, Valdés, el estilo de juego, Guardiola (en casi todo), la insistencia en la excelencia, ese amor tan singular que despierta en los suyos, la imprevisibilidad de Messi... Muchas cosas buenas que hoy pondrá en juego. Que las malas no las veamos. Y que gane.