Contador y Nieve reinan en el Giro

¡Qué etapón el del Giro! Reunió las dos condiciones, la necesaria y la suficiente. Un recorrido largo, durísimo, con un total de más de seis mil metros de desnivel. Y corredores que quisieron pelear por su puesto en la clasificación hasta la última pedalada. En los años sesenta aún eran muy frecuentes etapas así. Luego fueron escaseando. Las etapas reinas han venido siendo disputadas con frecuencia con una discreta descomposición en cuatro o cinco vagones; en el primero, los mejores, en un pacto de no agresión hasta la última mitad del último puerto, donde trataban de arañarse diferencias menores.

No digo que todas fueran así, pero sí muchas. Y casi ninguna o ninguna como la de ayer, con una escapada larguísima de la que sobrevivieron hasta el final los dos primeros en la meta, Mikel Nieve y el veterano y heroico Garzelli. Con un Nibali que dio la cara, dejó a Contador en un descenso temerario, cedió en la subida siguiente, volvió a enlazar en el descenso, se batió con lo que le quedaba en la última subida. Con un Rujano que hace vibrar a Venezuela como antes Lucho Herrera hacía vibrar a Colombia. Con un Gadret que despierta de nuevo la ilusión de Francia. Con Contador. Un Contador imbatible.

Él fue el centro de todo. Supo viajar en el ojo del huracán, tranquilo, con su estilo fácil y bailón, sin compañeros, con aliados ocasionales, sin salir a ruedas que no hubieran hecho sino confundirle. Él fue el dandy de la etapa, que le sirvió para agrandar la brecha en el Giro. El crack fue Nieve, ganador de una etapa tremenda, una segunda alegría consecutiva para el Euskaltel. Todos ellos y también el resto honraron el ciclismo, que anda necesitado de días así, que en jornadas como esta se confirma como un deporte de leyenda y se redime de tantas noticias desagradables con que a menudo nos sobresalta.