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Inevitables sospechas al final de la Liga

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Penúltima jornada, todos a las nueve. Que nadie tenga la ventaja de conocer de antemano qué resultado le puede valer, para evitar amaños. La deportividad no es el punto fuerte del deporte en nuestros tiempos, en el fútbol dejó de serlo hace mucho, y de ahí las precauciones. En Segunda son mayores. A tanto se ha llegado que este año se tomó la decisión de que en vez de subir tres suban dos más otro que salga de un play-off entre los cuatro siguientes en la tabla. Así habrá menos equipos desmotivados al final, menos situaciones tentables de soborno. El villarato no lo sabe corregir de otra manera.

La gracia del sistema de Liga es que en cada jornada tu equipo juega en varios campos, porque interesa lo que les ocurre a todos los de la misma zona de la tabla. Pero a cambio presenta estos finales en los que algunos, con todo hecho, no se juegan nada y no es fácil exigirles que se empleen tan a fondo. Para eso surgieron las primas a terceros, que no son un elogio a la deportividad y están tan prohibidas como toleradas. De una forma innoble corrigen esa deficiencia del sistema. Con todo, hoy habrá unos partidos más íntegros que otros. ¿Cómo esperar del Barça que eche el resto ante el Depor, por ejemplo?

Hay cosas inevitables, aunque mejor no airearlas. Me parece que mi amigo Revilla no ha estado fino al hacer su exhorto a favor del Sporting, invocando la devolución de un favor, lo que es aún peor. Hay ciudades angustiadas, equipos que pelearon sus partidos de igual a igual y que ahora ven que a otros les puede ser fácil lo que a ellos les fue difícil o imposible. Getafe y Osasuna, por ejemplo, olvidados a una tarde sin cuartel. O ese Zaragoza que recibe a un Espanyol todavía ilusionado por la posibilidad de la Europa League. Cosas de cada final de temporada, drama a varias bandas, sospechas y pasión. El fútbol.