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Seve sacó adelante su propósito

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Envié un mensaje a Robinson y me contestó desolado. Entonces traté de animarle con otro mensaje, en el que le recordaba que nadie está muerto mientras sus hechos pervivan en la memoria de las gentes. Noté que al escribirlo estaba luchando también contra mi propio afligimiento. No he tenido mucho trato con Ballesteros, pero nuestro último encuentro, en el Foro Ferrándiz, me dejó marcado. La forma en que habló a aquellos muchachos desnudaba a un hombre bueno, deseoso de transmitir las influencias positivas del deporte, del amor a la tarea bien hecha, de la armonía con el entorno. Y eso que no siempre pudo él estar exactamente en armonía con el entorno.

Durante años se sintió decepcionado con España y no quiso disimularlo. Aquí no sabíamos de golf, no nos interesaba gran cosa, era verdad. Salía de esta vieja y arrugada piel de toro y era un héroe internacional. Regresaba a ella y no se sentía correspondido por todo el bien que con sus éxitos y su imagen le estaba haciendo a este país. Porque se lo estaba haciendo, de verdad. Fue un grande en un deporte grande, un jugador poderoso pero además original, creativo, arriesgado, de los que cautivan la imaginación del aficionado.

He empezado la columna con Robinson porque él, hace veinte años, me abrió los ojos en ese sentido. Se hacía cruces de que en España hiciéramos poco caso a 'su' Seve. Bueno, pues veinte años después ya no es así. España ha abrazado al golf como uno de sus deportes más queridos, tras él vino Olazábal, España se llena de campos y ya nadie cortará el final de un British para meter otra emisión. Ballesteros sacó su lucha adelante y este país le reconoce hoy como uno de los grandes. La conmoción que hoy siente aquella vieja piel de toro así lo demuestra. Luchó y ganó. Dotó a su vida de un sentido.