Cuando la tradición es un lastre

Decir ahora que Ferrari es una leyenda de la F-1 sería caer en lo gratuito. Pero conviene recordarlo porque en ocasiones la tradición puede convertirse en un lastre, la historia llega a pesar tanto que es difícil alcanzar la agilidad que exige la moderna competición. Puede que en Maranello estén pagando ahora sus carencias en la capacidad de reacción, de adaptación a los tiempos actuales de un deporte cada día más tecnificado. Ya después de perder en 2010 achacaron parte de sus males endémicos a un túnel del viento obsoleto. Habían fallado en sus cálculos, pero eso sería historia desde este año...

Lamentablemente, empezamos a tener la sensación de que el fiasco se repite. El nuevo Ferrari, el del cumpleaños de Italia, va tan mal o quizá peor que el anterior. Y si se confirma que otra vez se trata de un error de base, de un fallo de diseño, las consecuencias serán temibles. En la pretemporada, los ingenieros de Maranello también trabajaron en el túnel del viento de Toyota en Alemania, para obtener conclusiones sobre el desarrollo aerodinámico. Ahora nos dicen que los datos teóricos no se corresponden con los reales en pista y que urge una solución. Aunque cuando una herramienta de precisión sofisticada como un coche de carreras nace torcida, suele tener mal arreglo