Alberto Contador es un superclase



Si usted busca en el diccionario de la Real Academia Española la palabra ‘superclase´, se va a encontrar con la siguiente definición: “Deportista de cualidades extraordinarias”. Si además es usted aficionado al deporte (y si está leyendo estas líneas, raro sería lo contrario), rápidamente comenzará a encadenar imágenes semejantes a las de Rafa Nadal, Leo Messi, Pau Gasol, Usain Bolt, Tiger Woods y tantos otros. Con todos mis respetos hacia ellos, a mí el primer nombre que me viene a la cabeza es el de Alberto Contador.

Entiendo las dudas que muchos aficionados puedan tener actualmente respecto a la figura de Contador, pero yo no voy a entrar en esos juicios. Ya hay unos conductos deportivos y administrativos que se están ocupando del asunto. Yo veo a Contador como un superclase, independientemente de que su cuerpo haya albergado alguna vez 50 picogramos de clembuterol o de cómo haya llegado esa sustancia a su cuerpo.

Contador es un superclase, porque lo es. Y lo ha demostrado, entre otras muchas veces, durante los seis meses que duró el proceso desde el anuncio de su positivo a la absolución. En esa misma situación, la mayoría de la gente se hubiera escondido (y en el deporte español tenemos actualmente ejemplos claros, especialmente uno). Contador, no. Alberto ha dado la cara en todos los foros, ha defendido su inocencia sin matices y sin especulaciones... Hay que tener mucha clase para eso.

Y hay que tener mucha clase para haber luchado por la victoria en la Volta al Algarve, su primera carrera del año, que comenzó solo un día después del veredicto. Y también para haber estrenado su palmarés en la siguiente, la Vuelta a Murcia. Contador ha mantenido un buen nivel competitivo, a pesar de los seis meses tan duros que ha vivido y a pesar de que todavía sobrevuela sobre su cabeza una espada amenazante llamada ‘Recurso al TAS’. Su actitud me recuerda mucho a la de Alejandro Valverde, otro de los tres superclases del ciclismo español (el tercero es Óscar Freire), que también fue capaz de rendir al máximo con el CONI hurgando en su sangre. Hablamos solo de clase, ojo. Alberto ha ganado este fin de semana dos etapas (una de montaña y otra en contrarreloj) y la general final de Murcia. Victorias meritorias, dadas las circunstancias.

Tras su absolución, un compañero me comentó: “Ahora es cuando se va a saber si Contador se dopaba o no. Está claro que después de lo que ha pasado, ya no se va a atrever a hacer trampas. Si ya no gana, es que antes se dopaba, está claro. Y si continúa triunfando, es prueba de que siempre ha sido inocente”. Sinceramente, yo no creo en el razonamiento de mi colega. Pero si alguien quiere incorporarlo a su fe, ¿cuál es la conclusión que tenemos que sacar de esta victoria en Murcia?

Para mí, la única conclusión se reduce a esa palabra: superclase. Contador dispone de una capacidad especial para superar los momentos espinosos. Yo incluso me atrevería a decir que cuanto mayor es la magnitud del contratiempo, mayor es el rendimiento del ‘Pistolero de Pinto’. De sobra es conocida su historia personal, aquel cavernoma que en 2004, cuando tenía 21 años, puso en peligro su carrera profesional y su vida. Y también es pública la presión a la que estuvo sometido durante su victoria en el Tour de Francia 2009, con su mayor enemigo compartiendo equipo y hotel: Lance Armstrong.

El sábado, el mismo día que Contador ganaba en Sierra Espuña, Pat McQuaid recordaba que la UCI tiene de plazo hasta el 24 de marzo para tomar una decisión sobre si recurre la absolución del ciclista madrileño. El dirigente nos devolvía a la vida real. El caso no ha terminado y el TAS asoma en cada pedalada. El propio Alberto lo sabe, por eso ha contratado al belga Jean-Louis Dupont, el abogado del ‘caso Bosman’. Pero, pase lo que pase, la resolución final no va a evitar que sigamos pensando que Contador es un superclase. Un deportista de cualidades extraordinarias.

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