Del cinco del Barça al once de Mourinho

Del cinco del Barça al once de Mourinho

Declaró Xavi esta misma semana que aún pueden jugar mejor. Casi dan ganas de decirle que tampoco hace falta, tras lo visto ayer. Algunos culés temían de verdad esta salida, por los buenos resultados del Espanyol en su campo con el Barça en los últimos años, por el rendimiento que el equipo de Pochettino saca de su nuevo campo de Cornellà, en el que había ganado todo hasta ahora, y por la pasión del derbi. Se supone que las emociones fuertes pueden alterar el juego del Barça, que según muchos necesita de condiciones normales de presión y temperatura para alcanzar su perfección.

Pero ni Cornellà, ni derbi, ni nada. El Espanyol fue valiente y el Barça le barrió en contraataques. Esta vez no llegó al área tocando y tocando, sino en ráfagas veloces, picaduras de cobra. El tiqui-taca lució en el área propia, de donde el Barça sacó el balón con toques entre cuatro en una jugada antológica. En fin, que el Barça amontona puntos y goles, poniéndoselo muy difícil al Madrid, que hoy tiene su turno ante el Sevilla. Los dos llegan con bajas, aunque el Madrid recupera a última hora a Sergio Ramos, lo enmienda el puesto que quedaba más difícil de cubrir, dado el paso de Arbeloa a la izquierda.

Mourinho, mientras, va recuperando la fe, esa que se le estropeó en el Camp Nou. Ayer se autocalificó con once puntos sobre diez. Recuerdo un catedrático de la Escuela de Caminos que decía. "El diez se lo pongo a Dios, el nueve me lo pongo a mí y el ocho se lo pongo a mi mejor alumno". No conocía a Mourinho, claro. Tiene razón en que ha ganado los tres títulos que disputó en 2010, pero ese cinco a cero fue una respuesta sin contestar que por fuerza tiene que rebajar nota. Quizá es que su subconsciente lo quiere borrar. Buena cosa, si fuera posible. Lo malo es que el Barça se empeña en seguir estando ahí.