El Villarato se juega 'su' Mundial en Zúrich. El anterior, aunque Villar se atribuye bastantes méritos en él, se lo debemos a los Xavi, Casillas, Iniesta y demás componentes de esta generación gloriosa. Y a sus técnicos. Villar simplemente estaba, y como lleva tanto tiempo no es raro que haya gozado de esa feliz coincidencia. Pero su Mundial es este. Aquí sí que no hay genios del tiqui-taca, ni milagros de Casillas, al que hay que agradecer que haga el esfuerzo (que Cristiano se ahorra, como se lo ahorra el propio Rey de España) de ir allí a darse a ver. Todo lo que se ponga sobre la mesa es poco, porque es cuestión de Estado.
La candidatura es buena, son dos países futboleros y en buen momento de relaciones, con un nivel bueno de transportes, hoteles, ambiente, estadios terminados o por mejorar o construir... Todo lo que se quiera pedir. Pero ya se sabe que eso no asegura nada. Se trata de dominar la política florentina (de la Florencia de los Médicis, no de Florentino, aclaro) para establecer alianzas y complots. En eso el Villarato está doctorado cum laude dentro de España, pero ahora sale al campo internacional. Y obtener el Mundial, aunque sea a medias con Portugal, no es tan fácil como meter a Iturralde en el Clásico.
Para la Eurocopa 2004, Portugal nos propuso ir a medias. Villar prefirió ir en solitario y nos ganó... Portugal. Ahora ha dado muestras de más realismo. Y se ha movido para un intercambio, quizá demasiado visible, con Qatar: para mí tus votos para 2018, para ti mis votos para 2022. Ya saben que competimos con Bélgica-Holanda, Inglaterra y Rusia. Y que esto es como en los JJ OO: en cada ronda se elimina la última. La idea es que partimos con ocho votos. Lo que no sabemos es de qué lado caerán los votos de las derrotadas. En todo caso, vayan aquí mis mejores deseos de suerte para Villar. Será la suerte de todos nosotros.
