La Roja frente a las ansias de Cristiano

Hoy jugamos contra Portugal, país amigo, país hermano. Contra nadie hemos jugado tantas veces (este hace el número 35) y en este caso además se trata de promocionar, a uno y otro lado de la frontera, nuevos lazos de unión, los que establece esa Candidatura Ibérica para organizar el Mundial de 2018. Por cierto, los portugueses ya nos propusieron organizar juntos la Eurocopa 2004, pero Villar le dijo a la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, que mejor íbamos solos, que podíamos ganar. Así que fuimos por separado y ganó Portugal. Escarmentados, ahora sí vamos juntos.

Villar cree tener seguros diez votos del total de 24, y que en una segunda ronda podría pillar los que faltan. A ver si esta vez tiene más ojo, aunque esa historia de los mercados y los 'pigs' (nosotros) es para echarse a temblar. En todo caso, nos espera un partido bonito entre La Roja, que vestirá así por deferencia de Portugal (cambian los locales, cortesía usual muchos años atrás). Tras la voltereta ante Argentina, hemos aprendido que no se puede regalar prestigio. Todo el mundo nos quiere ganar, porque aunque esto no sea boxeo, donde ganar al campeón da el título, sí es un timbre de gloria.

Ya pasó que tras ganar la Eurocopa de 1964 lo primero que hicimos fue visitar a Portugal (la de Eusebio y Coluna) y nos ganó. Ahora nos esperan con ganas, porque del Mundial les echamos nosotros. Y Cristiano el que más. Aún le demanda su país un partido estelar con su Selección. Con Paulo Bento, además, el equipo mejora mucho respecto al de Queiroz. Pepe ya no es medio centro, sino central, y el equipo se mueve mejor en torno a Meireles, Moutinho y Martins. En la banda que deje libre Cristiano estará Nani, otro peligro. Así que amigos, sí, pero sin ganas de hacer el primo. Hay partido.