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Para que brillen las estrellas...

Tienen mala prensa. Son carne de portada de manera muy excepcional. No se les busca en la foto y se les paga menos que a los virgueros. Su mayor recompensa es la mirada cómplice del compañero y, como mucho, la palmada furtiva del entrenador. El brillo de las estrellas en un equipo es directamente proporcional al que se encarga de pasar la escoba, aunque nadie le vea. Es cierto, juegan menos que los demás, pero corren el triple. Ellos son el termómetro de la intensidad de un equipo. Khedira es de esa estirpe.

En el Madrid de Zidane temblaban cada vez que veían a Makelele en la camilla del fisioterapeuta. Poco a poco, empiezan a ganarse un hueco en el corazón de los aficionados. Parece que el debate del doble pivote, algunos le llamaban doble pegote, se lo cargó Del Bosque en el Mundial. A ver quién se atreve ahora a cuestionar a Busquets.  Xabi Alonso ha encontrado su otro yo en este alemán que, sin hacer ruido, fue el mejor para Mourinho en Alicante. Por algo será.