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Lamela se quedó con la sangre en el ojo

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Pequeño. En el 2004, cuando tenía 12 años, medía 1,53, pesaba 41 kilos y usaba el pelo largo, a Erik Lamela se lo quiso llevar el Barcelona. Fue portada de diarios y noticia en horario central de distintos informativos de la televisión en la Argentina. Al fi nal, se quedó en River, que hace un mes le fi rmó un contrato por cuatro años y una cláusula de rescisión de 20 millones de euros.

Gigante. Esta semana, con 18 años, 1,83 metros, 74 kilos y el pelo corto, Lamela volvió a ser noticia. Ya como titular en River, recibió una tremenda patada del uruguayo Curbelo (Godoy Cruz), a quien el árbitro increíblemente no expulsó. Al final del partido, River distribuyó fotos, con la pierna del joven tajeada y con sangre, bajo el epígrafe "Sólo una amarilla".

Códigos. Al chaval no le gustó demasiado la idea de la foto pero la aceptó. Y abrió un debate sobre modos y formas en un juego de fricción (a veces violento). "En Inglaterra hay mil patadas como esa y no se arma tanto lío... Parecemos nenas", criticó el veterano Juan Sebastián Verón, curtido ya en mil batallas. "La del chico es una marca muy fea", lo defendió Claudio Borghi, entrenador de Boca.

Conclusión. Lamela es habilidoso, valiente para jugar y tiene carácter y un futuro enorme. Con esos atributos le alcanza y sobra para defenderse dentro de los campos. Con esas fotos, River lo expuso mucho más que la temeraria marca que Curbelo le dejó en su distinguida pierna izquierda.