Una noche plácida ante el Milán

Una noche plácida ante el Milán

Fue lo que menos esperaba yo: una noche plácida. Tan acostumbrado como estoy a tremendas noches europeas entre ambos equipos (desde una muy lejana, en la que una zancadilla de Rivera le costó la clavícula a Félix Ruiz hasta los dos goles de Pato el año pasado) me supo a poco lo de anoche. Dos goles rápidos, uno porque se abre la barrera, otro por un rebote. La responsabilidad en manos del Milán, que tampoco la ejerce con severidad, y el Madrid dejándose mecer por el ritmo del partido, siempre tras el burladero de esos dos goles, ahí me las den todas. En cualquier caso, me pareció un buen Madrid. Mejor que el Milán, desde luego.

Y eso que este Madrid que ha dibujado Mourinho me deja una duda: si en determinados partidos no se le hará demasiado delgada la media Khedira-Xabi Alonso, si ese talle de avispa no le hará sufrir en según qué partidos. De los de delante, Higuaín trabaja mucho para frenar la salida del contrario, y Di María baja a pelear, pero Özil y Cristiano son más bien contemplativos. Ayer, con Pirlo asistido por la batalla de Gattuso, la colocación de Seedorf y el buen puntito que siempre da Ronaldinho, pensé que el Madrid podría hacer agua por la zona media. Pero no llegó a ocurrir. Quizá porque al Milán le pesan los años. Veremos ante otros.

En cualquier caso, fue un partido sosegado, una noche plácida. Pudimos contemplar con deleite el uniforme hermoso del Milán, el gran porte de Pirlo, los destellos de Ronaldinho. Pudimos ver cómo el Bernabéu no perdona a Robinho su pereza, que le ha rebajado desde su vieja condición de promesa mundial al papel actual de suplente para últimos tramos de partidos. Pudimos ver que Mourinho cada vez está más seguro, que sólo acudió al trivote (Lass mediante) muy a última hora, y que trata una y otra vez de lanzar cables a sus náufragos, ayer a Granero y a Benzema. En fin, una noche plácida. Casi demasiado plácida.