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El Málaga es un equipo hermano

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El Madrid y el Málaga son hermanos siameses. Gracias, por encima de todo, a un mito intocable para ambos equipos como lo es el inolvidable Juanito. En La Rosaleda se cortó la coleta mientras los madridistas llorábamos en la distancia al irse el último gran genio. Tampoco se me ha borrado del disco duro de la memoria que en su día defendió los colores del Málaga el maestro Manolo Velázquez (estuvo cedido allí en la temporada 1963-64) y que muchos años después fue Hierro el que nació en esa tierra, en Vélez, antes de partir hacia Valladolid previa escala al Bernabéu. Tampoco se me escapa que Fernando Sanz ha hecho historia en la Costa del Sol como jugador y como presidente, ojo al dato. Y más después de haber sido uno de los héroes de la Séptima que cambió nuestras vidas (su partidazo ante el Borussia en Alemania fue clave en las semifinales de aquella Champions...).

Por si quedaban dudas, el AVE Madrid-Málaga mostró su fuerza durante el último partido de la pasada Liga. El 16 de mayo, los blancos, en el último partido de Pellegrini, se jugaban el título. Sólo valía ganar y que el Barça empatase en el Camp Nou con el Valladolid. Cuando corría el minuto 61 y Messi firmó el 3-0 ante los pucelanos, el Madrid ya supo que nunca iba a ganar el título. Drama para el Málaga. El 1-1 les salvaba. El 1-2 les descendía. Los blancos se miraron y echaron el freno de mano. Hundir a un hermano para salvar al Tenerife resultaba absurdo. Malagueños, ¡amigos para siempre!