Una semana doble de reflexión
El vuelo de regreso del Sporting tenía en el ambiente un olor a derrota, pese al empate. Es la segunda vez en lo que va de temporada que el conjunto rojiblanco desperdicia una ventaja de dos goles y la primera vez en su historia que lo permite en superioridad de jugadores. Fue más traumático el efecto de este empate, porque con dos goles de ventaja, un rival en inferioridad numérica y la presión ambiental adversa para los locales, no haber ganado es un fracaso. Y más aún cuando se aprecia que los goles del rival que nivelaron el marcador se producen en dos contras, tras sendos saques de esquina botados por los de Preciado con los centrales en busca de una victoria mayor. El entrenador no puede permitir ese desajuste, que salió caro, al margen del exceso de egoísmo en el ataque.
Llega ahora una semana doble que invita a la reflexión, empezando por el banquillo. Lanzarse al ataque sin dar prioridad a conservar una ventaja tan sustancial es un riesgo innecesario. No es la primera vez que pasa esta situación. En este caso, la responsabilidad es del míster, quien en su quinta temporada tiene menos crédito en la afición que en las anteriores, aunque de él mismo depende que lo recupere. O que pierda el resto. La confianza del Consejo siempre es transitoria, en función de marcadores y trayectorias, lo que también afecta al resto del cuadro técnico. En teoría, el Sporting de esta temporada es mejor que el de la pasada, pero el rendimiento no está a la altura de lo esperado. El equipo tipo tiene muchos movimientos y aún no hay un norte fijo.