La Décima aún queda lejísimos
Vuelve la música de la Champions. Vello erizado. El Ajax suena a club grande, por muy venido a menos que haya vivido los últimos años en Europa. Los dedos casi teclean por inercia algunas máximas: el ADN madridista, Di Stéfano, Gento, Mijatovic, Zidane, Raúl (duele escribir de él en pretérito). El pasado más glorioso que nunca se haya escrito en la vieja Copa de Europa no debe hacer perder la perspectiva de la cruda realidad.
El Madrid lleva seis temporadas deambulando por su competición fetiche, cayendo con deshonor en octavos de final, rasgando su enorme leyenda. Para un no cabeza de serie, sobra la presión de la Décima. Quizá sea más realista hablar con respeto de la fase de grupos, de llegar a cuartos de final y, a partir de allí, quién sabe . La superioridad se demuestra en el césped, no en el Tour del Bernabéu. Las Champions de los últimos años las han ganado equipos regulares, fuertes y, casi siempre, dominadores en sus ligas. Esa es la fábrica del campeón. La grandeza sólo se reconquista desde la humildad. Con las nueve anteriores y con el nombre ya no se gana a nadie. La Décima es un dulce sueño, pero queda lejísimos