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El ciclismo premia al que lo merece

Ayer fue el día de los reconocimientos. El primero para Imanol Erviti, que dio una auténtica exhibición en los últimos 20 kilómetros y demostró que era el más fuerte de la fuga. El segundo para su equipo, el Caisse d'Epargne, porque no hay escapada sin un pupilo de Eusebio Unzué. Y tercero para Purito, que logró por fin enfundarse el maillot rojo premiándose así todo el trabajo realizado. Porque el del Katusha ha sido el que más ha atacado cuando la carretera picaba para arriba. Y cuando en su momento lo logró, los árbitros se lo quitaron en los despachos. No por ello desprecio a Antón, un corredor al que no se le ha regalado nada. Y es que el ciclismo, en un 98 por ciento de los casos, premia al que más trabaja y lo merece. Cada vez se regalan menos etapas, conscientes ciclistas y directores de lo importante que es un triunfo para su marca comercial.

Por tanto hoy llegamos al primer gran final en alto con un Katusha que acaparará toda la responsabilidad en un día donde los que ya han aparecido (Antón o Nibali) y los que quedan por aparecer (Sastre o Schleck) deben dar la cara en la subida a Pal. Purito ha demostrado estar fuerte y su equipo también. Pero hoy ya se llega a más de 2.000 metros de altitud, donde se despejan las incógnitas.