Pues no he visto a nadie en Cibeles...
Entiendo la importancia de vender camisetas en la industria del fútbol. Se ha convertido casi en una metáfora del poderío de un club, del magnetismo que provocan sus grandes estrellas. Si Santiago Bernabéu fue un visionario ampliando el aforo del estadio hasta los 120.000 espectadores, Florentino Pérez tuvo la visión de que el estadio del siglo XXI era el planeta. Fichó a los mejores jugadores del mundo: Figo, Ronaldo y Zidane, un elenco de Balones de Oro. Llegó Beckham, el gran icono del fútbol mundial. El fútbol empezó a ser lo de menos. Se perdió la identidad sin Del Bosque, ni Fernando Hierro, se obvió el otro fútbol traspasando a Makelele y el resto de la historia ya lo conocen. Al Madrid, no tanto. Ése fue el principio del fin.
Supongo que los patrocinadores del club estarán más contentos que los aficionados. Como dice un amigo mío, no he visto a nadie en Cibeles festejando ser el club más rico del mundo, ni el que más camisetas vende. Mourinho ha entrenado al Chelsea de Abramovich. Siempre me hizo gracia ese cántico de Stamford Bridge: "Somos jodidamente ricos". Dio otra dimensión al club, pero nunca ganó la Champions. Cuando los títulos los gana el departamento de marketing, mal 'negocio'