Casillas, Villa y el salto a la semifinal

Casillas, Villa y el salto a la semifinal

Empezó la jornada con la goleada de Alemania sobre Argentina, que confieso que me impresionó. Y tengo para mí que impresionó a los nuestros, que se presentaron al campo pensando que, en caso de pasar, en las semifinales se iban a encontrar una montaña. Pero no estaban jugando las semifinales, sino los cuartos, y resulta que encima Paraguay salió respondón, con una colocación que dificultaba los movimientos de España y con cierta amenaza en el despliegue. En la primera parte nuestro equipo fue irreconocible. No tiró a puerta y lo único bueno que sacó en claro fue la anulación, para mí injusta, del gol de Valdez.

Ese no era el camino, desde luego, y Del Bosque lo vio. Retiró a Torres, tema sobre el que habrá que volver y, como ante Portugal, el equipo mejoró de golpe. Estábamos empezando a notar eso cuando al partido lo atravesó un tifón que duró tres minutos: penalti en un área, parado por Casillas, penalti en la otra, primero convertido por Xabi Alonso, luego fallado en la repetición que ordenó el árbitro. Nos quedamos todos como estábamos, sólo que ese estremecimiento activó definitivamente a España, que hasta entonces había estado siempre un punto en intensidad por debajo de Paraguay. Y sí, por fin apareció el equipo.

Esta vez fue con Cesc en lugar de Llorente, luego con Pedro en lugar de Xabi Alonso. Toque, aunque con cierto vértigo, emoción, galopadas, partido en el alambre y gol del infalible Villa, el quinto ya, en jugada en la que el balón tocó tres veces el palo antes de acomodarse en la red. Luego todavía hubo galopadas, ocasiones, paradas (Casillas evitó el empate en una doble intervención), pero España era España. Sufrió una enormidad ante un rival tremendo, la vimos en serios apuros, pero se rehizo. Casillas calló maledicencias, Villa se elevó a pichichi en solitario, somos semifinalistas. Y amamos más que anteayer la emoción del fútbol.